13Jun

Gestión del conocimiento. «El interpolinizador que nos interpolinice, buen interpolinizador será»

Fue A. Einstein quien dijo (o por lo menos algo así se le atribuye) que»Si la abeja desapareciera del planeta, al ser humano solo le quedarían 4 años de vida» La cita viene a cuento de «Las 10 caras de la innovación» un clásico de Tom Kelley. Y de una de las figuras clave para innovar: el interpolinizador, de quien podríamos decir algo similar a Eisntein sobre las abejas.

«The ten faces of innovation» comienza desenmascarando al «mayor asesino de las innovaciones», al creaticida, al «abogado del diablo» de crítica despiadada, «quien alienta a los destructores de ideas a adoptar la perspectiva más negativa posible y a ver sólo inconvenientes, problemas y desastres inminentes». Una situación que todas y todos conocemos bien porque la hemos experimentado.

Kelley dice de la Innovación que «es gente que implementa nuevas ideas que crean valor». Por tanto tiene que ver con los roles que la gente «juega» en la organización, las txapelas que se viste y no únicamente con «mirlos blancos».

Los 10 roles descritos los clasifica en tres grandes categorías:

1- Los roles «que aprenden», contribuyen a evitar que la organización caiga en la autocomplacencia y se concentre en lo interno. Entre ellos, quien observa, quien experimenta y quien «interpoliniza».

2- Los roles «que organizan», conocen bien los procesos y utilizan las organizaciones para abrir camino a las ideas. Quien salta obstáculos, quien colabora y quien dirige  forman parte de esta categoría.

3- Los roles «que construyen» aplican las ideas de los roles de aprendizaje y cooperan con los organizadores para que la innovación ocurra. Quienes narran historias de éxito, quienes proponen experiencias, quienes diseñan espacios y quienes cuidan a sus clientes, completan el panorama de roles.

Todos son necesarios, todos contribuyen a la innovación, todos facilitan la implementación de nuevas ideas que aportan valor. No obstante, entre éstos, la función «interpolinizadora», el rol de la abeja «einsteniana», nos parece clave en la empresa basada en el conocimiento.

El conocimiento no se puede gestionar por sí mismo, lo que sí podemos gestionar es el proceso de flujo del conocimiento. En la empresa basada en relaciones humanas, en «conversaciones», las personas creamos valor mientras «vamos conociendo» (actuando) hacia el interior o hacia el exterior. Nos relacionamos y en esta relación producimos conocimiento.

En la polinización el polen pasa desde el estambre en que se ha producido hasta el pistilo en que ha de germinar. Las abejas aquí tienen un papel protagonista: facilitan una relación fructífera. Este es el papel del interpolinizador.

El interpolinizador es capaz de crear algo nuevo mediante la yuxtaposición inesperada de ideas o conceptos aparentemente inconexos.

Con frecuencia innovan a través del descubrimiento de una solución ingeniosa en un contexto o en una industria y después la trasladan con éxito a otra. ¿Y cuáles son los ingredientes mágicos para interpolinizar?

1- Mostrar y explicar.

2- Contar con personas con formación diversa

3- Más espacio para más multidisciplinariedad

4- Mezclar culturas y geografías

5- Participar en sesiones con expertos/as

6- Aprender de las visitas

7- Participar en proyectos variados

No es necesario ser un genio para crear un entorno favorable a la interpolinización. Ninguna de las anteriores recetas es especialmente compleja. Sin embargo, si los unimos crearemos en nuestras organizaciones un ecosistema favorable.

«Si la abeja desapareciera del planeta, al ser humano solo le quedarían 4 años de vida». Invirtamos en apicultura, invirtamos en la crianza de «interpolinizadores/as», prestémosles el cuidado necesario para garantizar el futuro de nuestras organizaciones.

Etiquetas: aprendizaje, Competencias, ideas, Innovación, personas, procesos, Roles, trabajadores/as, valor

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