12Ene

Ilusión para la innovación

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En el contexto de las organizaciones hay una constante preocupación por la creatividad como instrumento para la innovación. Uno de los factores que inciden con más contundencia en estos procesos son las emociones de base. Las emociones negativas como el temor, la inseguridad, la ansiedad habitualmente obstaculizan muchos esfuerzos orientados al desarrollo de la organización.

En este sentido, el trabajo de la ilusión como emoción positiva, como emoción susceptible de ser contagiada, nos ubica en un escenario en el que podemos modificar algunos elementos del contexto individual y colectivo para facilitar la innovación.

¿Qué papel tiene la ilusión en la innovación?

La conexión se produce tomando como referencia la definición de John Cao sobre que la innovación es la creación de los futuros deseados. El mundo de los deseos, de los sueños, o de las ilusiones está relacionado con lo emocional de manera clara. Es evidente que la ilusión cumple un papel de motivador intrínseco difícilmente de sustituirse a la hora de construir futuros deseados. Entendemos que la ilusión es el prerrequisito necesario para que se produzca un tipo de innovación basada en la confluencia de deseos en torno a lo que vaya a suceder, a lo que vayamos a construir. De alguna manera parece difícil que se de innovación sin tener en cuenta la emoción de partida de las personas que deben generarla.

La mejora de las competencias emocionales

Tal vez lo primero sería decir que en la medida que se trata de una emoción lo que podemos es mejorar nuestras competencias emocionales, es decir, nuestra capacidad y nuestras habilidades de manejar ciertos elementos de nuestras emociones. En el caso de la ilusión se trata de un proceso en el que saber identificar nuestras ilusiones, localizarlas, explorar para encontrar nuevas en el caso de que hagan falta, conocer cómo fortalecerlas, así como rehacerse tras lograr las metas que persiguen o tras encontrarse con la desilusión de constatar que no podrán lograrse.

El marco científico

Todo este trabajo viene respaldado por las investigaciones de Martin Seligman, entre otros, que desde hace casi dos décadas se ha centrado en desentrañar las causas del bienestar en las personas, es decir, qué hay detrás del «engagement» en vez del síndrome del quemado, cómo se consigue la experiencia de «flow» en vez de la de estrés. En definitiva porque hay personas que trabajan a gusto, son creativos, o se les pasa el tiempo volando. Sus trabajos avalan la necesidad y la utilidad de trabajar las emociones positivas, las fortalezas personales, por ejemplo, para alcanzar mayores niveles de bienestar subjetivo, es decir, de felicidad.

Pablo Cueva
Docente en Fondo Formación Euskadi

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